Entre los satélites planetarios, puede que el nuestro sea el más bello de todo el sistema, esta impresión solo se debe a la combinación de nuestra atmósfera y su pálida presencia. En cualquier caso, ¿qué pasaría si la Luna no estuviera ahí? ¿Si no nos hubiera acompañado desde hace más de cuatro mil millones de años? ¿Y si la destruyéramos ahora mismo? Sentémonos una tranquila noche mirando al cielo e imaginemos.
Si la Luna no existiera...
Aunque no tenemos del todo claro cómo se formó nuestra luna, casi todas las evidencias científicas nos hacen sospechar que la Luna apareció como consecuencia de un enorme impacto con un protoplaneta al que nos gusta llamar Theia.
Esto moldeo el sistema de planeta y satélite en el que vivimos. ¿Qué consecuencias tuvo? O, mejor dicho, si no hubiera ocurrido ¿cómo sería nuestro planeta ahora?
La vida no sería como la conocemos.
La desaparición de la Luna afectaría también a la vida en la Tierra. El efecto más inmediato sería de nuevo la desaparición de la propia luz solar reflejada por la Luna, que alteraría los ritmos biológicos de muchas especies animales y vegetales que se han adaptado y evolucionado bajo la presencia cíclica de la luz lunar. Muchas especies deberían adaptarse de forma súbita a la oscuridad total de las noches sin luna.
Adiós a un eje de rotación estable.
El movimiento de la Luna alrededor de la Tierra está sincronizado, es decir, esta tarda el mismo tiempo en rotar alrededor de sí misma que en girar alrededor de la Tierra, es por eso que siempre vemos la misma cara de la Luna, y la otra permanece oculta desde nuestro planeta. El movimiento orbital de la Luna alrededor de la Tierra estabiliza el eje de rotación de la misma manteniendo su inclinación fija en unos 23 grados respecto al plano de su órbita (esta inclinación, es la responsable de que existan las estaciones tal y como las conocemos).
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El eje de rotación de la Tierra realiza un movimiento circular estable llamado “precesión” que es el que mantiene dicha inclinación fija. El eje terrestre tarda unos 26.000 años en completar este movimiento circular. Sin la Luna, la precesión terrestre se ralentizaría, con lo que el eje de rotación terrestre perdería su estabilidad. Esto produciría de nuevo un cambio climático a escala global, que podría producir veranos con temperaturas que superarían los 100 grados, e inviernos con temperaturas por debajo de los -80 grados.
El mundo sería mucho más oscuro.
Una de las consecuencias más inmediatas de no tener luna es la oscuridad. Por supuesto, hablamos de la oscuridad nocturna. Si alguna vez te encuentras paseando a oscuras y te percatas de que puedes manejarte bastante bien a pesar de la negrura, la responsable de eso es la Luna. Nuestro satélite es capaz de iluminar tenuemente las noches, lo que ha provocado todo tipo de adaptaciones a lo largo de los millones de años de evolución. El objeto natural más brillante después de la Luna es Venus. Pero, ¿iluminarían las estrellas nuestra superficie? Desde luego, no lo suficiente como para poder ver con nuestros ojos actuales.
Los días serían mucho más cortos.
¿Te falta tiempo a lo largo del día? Pues da gracias a que tenemos a la Luna. Sin esta, los días serían de tan solo unas seis o doce horas. Eso supone que el año tendría, además, casi mil días (día arriba, día abajo). Esto se debe a la fuerza gravitatoria que ejerce nuestro satélite sobre la Tierra, ralentizando su rotación.
Adiós a las mareas tal y como las conocemos.
Un efecto que apreciaríamos a corto plazo sería la desaparición de las mareas debidas a la gravedad de la Luna. Nuestro planeta tiene un 70% de su superficie cubierta de agua líquida en forma de mares y océanos. La Luna ejerce una fuerza de atracción gravitatoria sobre dicha corteza líquida deformándola y produciendo oscilaciones cíclicas ligadas a la rotación de la Tierra con una frecuencia aproximada de medio día. Es cierto que el tirón gravitatorio del Sol produce también una deformación de los océanos terrestres, pero su efecto es aproximadamente la mitad de fuerte que el lunar, así que, sin la presencia de la Luna, seguirían produciéndose mareas en la Tierra, pero mucho más débiles, básicamente serían como un oleaje suave. Como consecuencia de la desaparición de las mareas lunares, las corrientes oceánicas se debilitarían y las aguas tenderían a estancarse, perdiendo las orillas de los mares su sistema de drenaje y limpieza natural debida al avance y retroceso de las aguas. El agua oceánica tendería a redistribuirse tomando dirección hacia los polos y también aumentaría el nivel del mar en las costas. La consecuencia de todo esto sería un cambio drástico del clima de la Tierra.
El clima sería muy distinto.
Todo lo anterior, por supuesto, afectaría profundamente al clima de la Tierra. Pero aún hay más. Si no existiese la Luna, el eje de rotación de la Tierra variaría mucho a lo largo del tiempo. Eso influye prácticamente en todo lo que existe en su superficie. El planeta se calentaría de manera distinta, las corrientes que controlan el motor climático variarían con el tiempo. O puede que el eje se quedara estable en un ángulo que dejara la Tierra sin estaciones, en un clima perenne. Porque recordemos que las cuatro estaciones que vivimos se las debemos en última instancia al ángulo con el que recibimos los rayos solares. Sin esta posición tan particular, todo sería muy, muy distinto.
El peligro de meteoritos sería mucho mayor.
Una de las principales razones por las que la Luna está llena de cráteres es porque es la primera línea defensiva contra rocas procedentes del espacio. Gracias a nuestro satélite hemos evitado la caída de muchos elementos extraterrestres. Si la Luna no estuviera, nuestro planeta estaría mucho más surcado de cráteres.
Responderemos lo mas rápido posible.